Acaso el
ocaso, se introdujo en mi alma,
dando
paso a esta enigmática noche.
Es que
entre el ocaso y el amanecer,
las
sensaciones, a veces,
van
llegando bajo un arrullo de melancolía.
ahogada
en mis silencios, buscando tus sentidos…
Como un
poema, que nos atraviesa las entrañas.
Llega la
noche y asoman versos que duelen…
Desconcertada,
turbada, Avasallada en mar de confusiones.
Este no
decir, callado de palabras,
frente a
esta realidad, qué no mide consecuencias.
Tu mirada
segura y hasta desafiante.
Te miro
como con pena, cómo queriendo evitarte el dolor
que asoma
seductor a tu puerta…
No te voy
a juzgar, No soy quien.
Solo
pretendía cuidarte, preservarte de las garras de un poema.
Nadie
soy, y como tal me alejo.
Es que
jamás cortaría tus alitas…
Deseo con
el alma equivocarme.
Soy
ingenua, soñadora, la que adolece las cosas que acontecen…
Claro que
vos no tienes culpa de tu sentir.
Yo soy de
los que no esconden, dicen lo que sienten...
Hoy me
toco el desencanto...
El sol
lentamente, está asomando,
me avisa
con imponente certeza,
que acabó
mi tiempo para objeciones...
Cierro
los ojos, la mañana llegó.
pocas cosas, tienen vuelta atrás del desencanto, es como el dolor
producido en un corazón herido,
puedo seguir amando con el alma, a quien produjo tan ondo dolor,
pero esa herida produce un
pero la meloncalia suele atrapar mi sentir y recordarlo
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